¿Cómo me saliste tan zurdo vos?
No soy tan zurdo, ma. Pero si es por algo es por vos.
Dejate de joder, yo no hice nada que para te me desviaras así.
Me mandaste a misa de chico, hasta terminé siendo monaguillo.
¡Pero si sos re ateo! Cuando dejaste de ir me decías que leer la Biblia o leer a Tolkien era mas o menos lo mismo. No me diste ni bola.
Pero en el medio escuché cincuenta veces la historia de un tipo que como no le dió el corazón para ver gente sin comer, multiplicó panes y peces para repartir. El mismo que llenó de vino ánforas de agua para que la fiesta pudiera seguir, porque la alegría no es algo que dependa de ser rico.
Y una vez vos misma me contaste que el cura que nos daba misa vivía en la villa y que cada dos por tres alguien le iba a tocar el timbre a la noche y él se quedaba sin cenar porque les convidaba lo que tenía en el plato. Creo que la mayoría le presta más atención a la magia que resuelve la historia, pero a mi me parece mucho más interesante las motivaciones del milagro más que el milagro en sí.
Hay, si! que horror pobre hombre...
Yo sé que me lo contaste para espantarme y al principio tuvo ese efecto. Pero un día me cayó la ficha de que las dos eran la misma historia. Él no podía multiplicar la comida así que les daba la propia, pero el deseo era el mismo.
Un hombre muy generoso, muy bueno...
Alguien que actuaba según el libro que nos leía y que lo entendía como un llamado a trabajar por los que habían tenido menos suerte que él, no sólo por su propio misticismo.
Me acuerdo que andaba en un autito chiquito y viejo que vivía fallando - se rió con un poco de nostalgia
Se reían un poco de eso, si. También me acuerdo de que no le andaba bien la cerradura del baúl y una vez se lo abrieron para robarle un bolsito donde tenía las únicas dos sotanas de verano que tenía.
Tuvimos que hacer una vaquita para comprarle otras porque andaba cagado de calor usando las de invierno y él no quería gastar en eso...
¿Te sigue sorprendiendo que saliera "tan zurdo", como decís?
Pero dejaste de ir a misa, no duraste mucho igual.
La verdad es que en el fondo, no sentía que nadie me estaba escuchando cuando rezaba. Para peor, en misa yo estaba sentado al revés de todos y como me sabía los textos de memoria le prestaba más atención a la gente que al cura. Podía ver en primera fila a la vieja que no nos devolvía la pelota si nos caía en su patio. O a la catequista que se peleó con vos porque no le gustaba que estaciones en su vereda aunque tenía espacio de sobra para compartir. Las veía todas perfumadas a los codazos para comulgar primeras o saludar al cura a la salida pero hacerse las gilas cuando pasaba la canastita de las ofrendas. Y un día se me ocurrió que si necesitabas que te recuerden todos los domingos que había que amar al prójimo o te ibas al infierno, capaz era porque no eras tan buena gente.
Vos seguro ni te acordas porque eras muy chico... Tendrías seis años. Viniste a preguntarme por qué si podía hacer cualquier cosa que quisiera, Superman elegía ser bueno y ayudar en vez de ser malo.
¿Y que me respondiste?
No supe que decirte, así que te mandé a catequesis. Imaginé que ahí podías encontrar la respuesta